Escrito por Luz Ángela Vásquez G
30 septiembre, 2020

La expresión “ponerse en el lugar del otro” con seguridad la hemos escuchado muchas veces en contextos en los que los que es esencial promover conductas de apoyo en el marco de interacciones sociales adaptativas. En este sentido, utilizamos el concepto de empatía para referirnos a una interesante función del cerebro que nos permite entrar en contacto con la emoción de las otras personas -gracias a la combinación de la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamiento- para comprender sus pensamientos y sentimientos. Es indiscutible que esta capacidad es crucial en nuestras empresas para la construcción de equipos de trabajo colaborativos y liderazgo consciente.
La empatía tiene dos componentes: uno cognitivo, que permite saber lo que sienten los demás, interpretar y comprender sus emociones y sus intenciones a partir de lo que se observa, de la información verbal o de la información disponible en la memoria: causa, intensidad y posibles alternativas de solución a lo que le sucede; y el componente emocional -que permite sentir lo que sienten los demás- está referido a la reacción afectiva de compartir el estado emocional de otra persona, pudiendo generar sentimientos positivos ante su malestar y comportamientos de ayuda. Incluye -además- las reacciones de malestar y ansiedad que uno mismo experimenta al observar las vivencias negativas de los demás.
Según Moya-Albiol L, Herrero N, Bernal MC. (2010), “El concepto de empatía ha tenido una historia difícil, marcada por el desacuerdo y la discrepancia. Ha sido estudiada durante muchos años por diversas disciplinas, como la filosofía, la teología, la psicología y la etología, y recientemente se han añadido las contribuciones de la neurociencia”. Gracias a los avances en las técnicas de neuroimágenes se ha podido ampliar sustancialmente el conocimiento de las estructuras y circuitos cerebrales implicados en los diferentes procesos psicológicos, como por ejemplo, la empatía. Moya-Albiol L (2004), citado por Moya-Albiol L, Herrero N, Bernal MC. (2010) menciona que “entre otras estructuras, las cortezas prefrontal y temporal, la amígdala y otras estructuras límbicas como la ínsula y la corteza cingulada desempeñan un papel fundamental en la empatía”.
Adicionalmente, el descubrimiento de las neuronas espejo ha sido una notable contribución de las neurociencias; estas son células especializadas que se activan durante la ejecución y observación de una acción, permitiendo además, integrar significados que se traducen en la interpretación de las intenciones de dicha acción y se activan tanto cuando un individuo identifica una acción que otro está llevando a cabo, como cuando es él mismo quien la ejecuta (Braidot N, 2016).
Abordar la empatía implica considerarla en el marco de la cognición social, un área del conocimiento que también integra conceptos como el procesamiento de emociones, la percepción social, el conocimiento de las reglas sociales, el estilo atribucional y la teoría de la mente; todos estos conceptos son claves en el conocimiento y comprensión de las interacciones humanas, de equipos y de liderazgo, en diferentes escenarios de la vida de las personas. Para Adolphs (1999), citado por León, D (2012) la cognición social “se refiere a todos aquellos procesos implicados en el procesamiento de la información que es relevante para generar, mantener o regular las interacciones sociales”. En este sentido, permite percibir, interpretar y predecir adecuadamente los signos sociales para responderles de una manera adecuada.
Abordar la cognición social -en general- y la empatía -en particular- en los entornos laborales es vital para la construcción y consolidación de capacidades en estructuras organizacionales que al ser cada vez más planas y flexibles requieren mayor interacción entre las personas -interacción que trasciende el contacto físico y permea la virtualidad- en el marco de una cultura orientada al apoyo y la cohesión como ejes estructurales de un equipo de trabajo con propósito compartido y co-construido.
Referencias:
Braidot, N (2016). Neuromanagement: la revolución neurocientífica en las organizaciones, del management al neuromanagement. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Granica.
León R, D A (2012). Introducción a la cognición social y la neurociencia social cognitiva. Universidad Piloto de Colombia.
Moya Albiol L, Herrero N, Bernal MC (2010). Bases neuronales de la empatía. Revista Neurologia de la conducta.
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